El objetivo fue conocer cómo conviven los ciudadanos con animales de compañía en tiempos de aislamiento por Covid-19.
Se seleccionó a madres y padres de familia con hijos entre los 5 y 12 años, que cuidan al menos 1 perro ó gato. En total realizaron encuestas a 1054 habitantes de Guayaquil.
La investigación consideró:
- Beneficios percibidos por los custodios
- Valor monetario y no monetario atribuido a la mascota
- Reconocimiento de necesidades físicas y emocionales
- Desarrollo de lazos afectivos entre ambas partes
Los resultados señalan que los guayaquileños acuerdan que tener a sus mascotas en la cuarentena les ayudó a ser personas más felices (85,8%), sentirse mejor emocionalmente (85,4%) y sentir calma en momentos de estrés (83,4%).
La necesidad física más identificada es mantener limpia a la mascota y su entorno diariamente (87,8%). Por otro lado, los encuestados entre 41 a 45 años reconocieron mayoritariamente la necesidad de desinfectar las patas y el pelaje de sus mascotas cuando estas han estado en contacto con el exterior (88,1%).
A pesar de la crisis económica en pandemia, los hogares no dejaron de incluir la comida de mascotas en las compras del hogar (87,4%). Los perros, a diferencia de los felinos, se incluyeron en actividades físicas de los custodios (73,3%). A su vez, se evidenció un reconocimiento mayoritario en cuanto a la necesidad de interacción de las mascotas con otros humanos o animales por parte de quienes conviven con canes (64,3%).
Aquellos que por trabajo, previo al confinamiento, solían encontrarse muy poco tiempo dentro de casa, reconocieron en sus mascotas felicidad por su presencia en el hogar (76,9% funcionarios públicos, 70,7% profesionales independientes).
Se confirmó que durante la pandemia la relación con el animal de compañía como miembro de la familia se fortaleció. El 70% indica que la cuarentena permitió encontrar nuevas formas de demostrar afecto a la mascota, especialmente las mujeres que perciben que la familia aprendió a ver a los animales con otros ojos (79,9%).
Finalmente, los custodios guayaquileños no percibieron a sus mascotas alteradas por los cambios del confinamiento en cuanto a su rutina y entorno, por lo que el reconocimiento de emociones como el estrés y el enojo no fueron mayoritarios como se esperaba (56,5% y 56,4% respectivamente).
El grupo de estudiantes asegura que esta investigación evidencia el capital que representan las mascotas en la vida humana, destacando una vez más la serie de beneficios que se obtiene de la convivencia con animales de compañía y de cómo estos ayudan a sobrellevar situaciones difíciles. Sin embargo, señalan que es necesario darle la misma importancia a las necesidades físicas y emocionales de las mascotas y seguir realizando investigaciones que permitan comprender la forma en que estas perciben su entorno para poder ofrecerles una mejor calidad de vida en la relación interespecie, humano-animal de compañía, propia de la cultura contemporánea.
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