Por María Daniela Astudillo Valdivieso*
La idea del microcuento surgió de una sensación de doble identidad por la que pasé mientras estaba en el colegio. Fue mi forma de reflejar cómo sentía que mi “persona” del colegio opacaba a mi verdadero yo.
Ella es tan perfecta, tan brillante, no conoce de error. Dulce cual chocolate, sus palabras de miel son. Controlada, nunca; aunque siempre en control. Mente maestra que hila la vida de un alma en dolor. La invito cada noche, cada día; no rechaza invitación. Escucha mis lamentos, que parte de su carne son. Ojos de cristal, de los cuales brota el agua de la redención, no han de ser de nadie más, si no son de mi posesión. Aquella de frágil corazón, cuya presencia es licor, es con quien yo gozo, la ausencia de mi verdadero yo.
* Estudiante de primer año de la carrera de Multimedia y Producción Audiovisual de la Facultad de Comunicación, de la Universidad Casa Grande.