Por Caridad Arosemena*
Sobre el teletrabajo se ha escrito mucho más en este último año, porque el mundo tuvo que volcarse a la educación y el trabajo virtual sin haberlo planificado. Nació como una modalidad que permitiría mitigar el riesgo del coronavirus.
Vale comentar que en este punto pasó lo de siempre, las empresas que tuvieron la facilidad para adaptarse al cambio, a la flexibilidad, a las mentes innovadoras, enfrentaron este obstáculo; pero las que no, quebraron o quedaron con pocas posibilidades de supervivencia.
Se veía venir a cierto ritmo que, por ejemplo, los negocios de comercio minorista se estaban reinventando y que las tiendas físicas eran cada vez menos rentables, comenzando a desaparecer y a transformarse en negocios en línea, o a vender mediante Amazon, por ejemplo. Eso significó la reconversión de puestos de trabajo o la eliminación de muchos de ellos.
¿Y qué nos trajo la pandemia en Ecuador? Las empresas se acogieron a las disposiciones gubernamentales y las autorizadas se mantuvieron abiertas, y las que no, cerraron o se reinventaron. Las que funcionaban —bancos, supermercados, sector farmacéutico y exportador, entre otras—, tenían restricciones y planificaron la presencialidad en el porcentaje autorizado. En cuanto a los puestos administrativos, la mayoría pasaron al modo teletrabajo, y los de atención al público siguieron físicamente. El sector turístico —hoteles y restaurantes—, al no poder trabajar en línea, tuvo un fuerte impacto.
Algunas empresas del sector público, aun teniendo que dar servicio presencial, cerraron sus puertas y se acogieron al teletrabajo, causando cierta paralización en el movimiento económico, judicial y legislativo. Vimos un desbalance entre la fuerza de supervivencia que le puso la empresa privada para seguir produciendo y vendiendo, y la laxitud y entorpecimiento impuesto a los ciudadanos por parte del sector público, cuya modalidad de teletrabajo fue tomada por algunos como vacaciones.
A nivel mundial, empresas como Ericsson, Google y Twitter han mandado a miles de trabajadores a sus casas. Algunas organizaciones tenían un objetivo adicional: comprobar si tanto sus empleados como el mismo negocio podían funcionar de forma remota con ciertas herramientas y medios informáticos. Asimismo, las compañías cancelaron todos los viajes de sus empleados, logrando ahorros significativos y un menor riesgo de contagio; esto también permitió darse cuenta de viajes que pueden ser altamente innecesarios.
En cuanto a los retos de la virtualidad, hay que establecer una interacción y cooperación formal entre jefes y compañeros. Asimismo, deben usarse herramientas que permitan controlar el avance y rendimiento de los objetivos planteados, puesto que existe el grave riesgo de reducir considerablemente la productividad y eficiencia, a causa de que, al no haber guías y controles, cada empleado trabaja a la distancia según le parezca: lo que no se mide no se puede controlar ni gestionar. Lo anterior puede provocar la liquidación de la empresa.
Siendo así, el jefe virtual debe dominar las herramientas digitales de información y comunicación. Para planificar, gestionar el trabajo y evaluar resultados debe estar consciente de que, en ocasiones, el teletrabajo genera pérdida de identidad con la empresa, desmotivación y, a veces, hasta depresión por la soledad. El trabajo remoto conlleva temas de ética, confianza, lealtad, responsabilidad, así como requiere ser calificado técnicamente en el trabajo asignado.
De acuerdo a información confiable, actualmente en el mundo 9 de cada 10 personas quieren poder escoger entre teletrabajo y presencialidad, con énfasis en poder combinarlo. Los países desarrollados están invirtiendo tanto en convertir el trabajo remoto en una experiencia motivadora para el empleado como en herramientas para obtener la analítica detrás de las comunicaciones.
Un estudio realizado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) concluyó que en las economías ricas es más fácil masificar el teletrabajo; sin embargo, en el caso de personas pobres, los jóvenes y tal vez las mujeres, han sido los más afectados por su falta de calificación profesional, lo cual brinda más posibilidades de ocuparse en las funciones físicas y operativas. También advierte el FMI que las desigualdades se harán más grandes por la falta de ahorro de aquellos en situación de pobreza y la dificultad de acceso a un crédito. Terminan recomendando que los gobiernos deben fortalecer la educación y la capacitación para preparar mejor a las personas para los empleos del futuro, además de invertir en infraestructura digital que ayude a cerrar la brecha y a insertar nuevos empleos.
Respecto a Ecuador, se percibe en algunos empresarios una preocupación por el poco control que puede existir tras la ausencia presencial de jefes y empleados. Dicha percepción aumenta con los problemas de conexión a Internet en muchas zonas y los posibles inconvenientes de confort para trabajar, en relación a los espacios de oficina; agravado porque todos los niños están en educación virtual y requieren horas de acompañamiento de los padres. Esto provoca que todos usen el Internet al mismo tiempo en posibles condiciones de que la familia entera no pueda conectarse; lo que implica ineficiencia escolar y laboral, con grandes sacrificios para todos.
No obstante, hoy hay un panorama alentador en Ecuador por el regreso a la presencialidad. Los empresarios tienen el reto de decidir si continúan con ciertas posiciones en teletrabajo, normando las condiciones para su excelente funcionamiento y considerando que no todos poseen el perfil adecuado para dicha modalidad. ¡Éxitos en esa misión!
* Magíster en Comunicación y Organización del Instituto Técnico de Estudios Aplicados de Málaga, España. Licenciada en Ciencias de la Educación. Ha sido vicepresidenta corporativa de Talento & Cultura del Grupo Vilaseca, directora de RR. HH. de Claro, y ha asumido cargos directivos en importantes organizaciones. Exeditorialista de la revista América Economía y de diario El Universo. Actual asesora de la Fundación Innovación y Desarrollo, fundadora de Glia, miembro del directorio de la Asociación de Gestión Humana del Ecuador. Ha recibido reconocimientos y condecoraciones.