La Cámara de Comercio de Guayaquil realizó el pasado 19 de mayo del 2021 una nueva edición de su evento CCG Founder´s Forum, un espacio donde los invitados son los fundadores de diversos tipos de instituciones y cuentan sus historias. En esta ocasión, Marcia Gilbert de Babra, fundadora de la Universidad Casa Grande, y Aldolfo Grunauer, fundador de Casaplan Motorplan, fueron quienes intervinieron.
Alberto Dassum, miembro del directorio senior de la Cámara de Comercio de Guayaquil, moderó el encuentro. Describió a los invitados como “indiscutibles líderes” en sus campos de acción. De esa manera, dio paso a una serie de preguntas para los fundadores.
Alberto le preguntó a Marcia sobre los orígenes de su vocación para la docencia y la labor social. Ella confesó que le tomó varios años descubrir lo que quería hacer, por eso le tiene mucha paciencia a los jóvenes universitarios cuando están empezando, aseguró. Marcia comentó que luego de abandonar las carreras de Tecnología Médica, Periodismo y Arqueología, viajó a Francia, donde descubrió y estudió la carrera de Educación Especial y Pedagogía en el Instituto Católico de París. “De ahí, cogí viada hasta ahora que tengo 81 años”, agregó.
Siguiendo con su respuesta, Marcia afirmó que en aquella época no existían lugares especializados en tratar a pacientes con retraso mental, autismo u otras afectaciones de esa índole. Debido a eso, comenzó a atender a niños con dichas dificultades cognitivas en la clínica Guayaquil; luego, en la casa de su padre y, finalmente, en una casa en Urdesa. Lo que hacía era imperiosamente necesario, dijo ella.
De esa manera, se creó Fasinarm, un centro de terapia y educación para que los niños con discapacidades intelectuales o cognitivas puedan mejorar su calidad de vida. Marcia explicó que había pacientes que no podían pagar y promovió la formación de un grupo de voluntarias, cuya intención era recaudar dinero y cubrir los gastos de esos niños.
Más adelante, Fasinarm se mudó a un lugar más amplio en Los Ceibos. Ahí la visitó el Dr. Adolfo Alvear, quien, según Marcia, le permitió crear la carrera de Pedagogía Terapéutica en la escuela de Tecnología Médica de la Universidad Estatal de Guayaquil. Años más tarde fue directora del Instituto Nacional de la Niñez y la Familia —que fue disuelto en 2013—. Para ese entonces, la encargada de los niños era María del Rosario Plaza y se obtuvo otro local de Fasinarm en el centro de Guayaquil.
Marcia mencionó que a principios de los años 90 su hija, Jimena Babra, quiso estudiar Comunicación en Chile. Cuando buscaron la universidad que se consideraba de mayor prestigio por ser innovadora —ella narró— que se encontraron con la Escuela de Comunicación Mónica Herrera. Entonces, viajó a Chile y fue ahí cuando conoció a Mónica, quien le propuso ser su socia en Ecuador. Esto a Marcia, según contó, le tomó por sorpresa y tardó un año en darle una respuesta. Afirmó que, analizado el caso, aceptó la propuesta y en 1992 se abrió la escuela en Guayaquil. En 1999, se fundó la Universidad Casa Grande y la escuela pasó a ser una de las facultades, conservando su nombre hasta la actualidad: Facultad de Comunicación Mónica Herrera.
Para Marcia, su actitud ha sido fundamental para realizar sus logros. Esto va de la mano con su persistencia. También considera importante mantener la calidad de los servicios que ofrece. Finalmente, argumentó que es esencial nutrirse de las metas que se van alcanzando, por ejemplo, ser testigo de la inserción en la sociedad de las personas con discapacidad intelectual. Por otro lado, recomendó escalar peldaños poco a poco.
Posteriormente, fue el turno de Adolfo Grunauer, quien comentó que en 1990 se integró a la empresa Dicasa, que distribuía vehículos Lada en Ecuador. Estos autos, según él, eran económicos y, para poder venderlos fundaron una filial inspirada en los consorcios automotrices chilenos que se habían establecido previamente en el país; esta se llamó Mi carro propio y contó que ofrecía un sistema de pagos a través de cuotas, lo cual facilitaba las compras a quienes no eran sujetos de crédito.
Más adelante, llegó la dolarización al país y acogió esta situación como una nueva oportunidad para ofrecer planes de pago en vehículos, surgiendo así Motorplan y lo implementó también en viviendas con CasaPlan, empresas que se consolidaron. Añadió que su compañía empezó con solo cuatro personas y un capital mediano, pero ahora su equipo está conformado por 132 personas y lo considera exitoso. “No hay que tenerle miedo a la competencia, sino a la propia incompetencia”, dijo.
Para continuar, Alberto le propuso a Adolfo un ‘viaje en el tiempo’, para que comparta con los asistentes su experiencia respecto a dos emprendimientos fallidos, de los cuales el expositor aseguró que no siempre se tiene éxito, pero se debe aprender de los errores. Adolfo contó que, cuando tenía 19 años, invirtió en la siembra de arroz, sin embargo, no obtuvo ganancias: esto le enseñó a ser más precavido, un poco más analítico y “no tan confiado”, aseguró.
Luego, en los años 60, se le ocurrió hacer “súper hotdogs”. Con la muestra y el plan de negocios listo, relató que le negaron el permiso municipal y el negocio quedó frustrado.
A esto, Alberto complementó que un líder debe tener ciertas características para que las personas quieran seguirlo. Siendo así, Adolfo enlistó las que él ha adquirido a lo largo de su trayectoria: carisma, facilidad de expresión, honestidad, ser organizado, visionario, entusiasta y creativo. A los futuros emprendedores, recomendó nutrirse de las experiencias de otros para crear sus propios negocios, y no descuidar la patente o registro de una marca.
Por M. M. H.