Siendo una de las estudiantes con mayor promedio de su promoción, Thalie Ponce, quien actualmente ya es magíster en Periodismo Digital y Gestión de Proyectos Multimedia, fue elegida para representar a sus compañeros en el discurso brindado durante la ceremonia de graduación de los alumnos de la Facultad de Posgrado, realizada 1 de diciembre de 2022; mismo día que también se tituló a los estudiantes de la Unidad de Profesionalizantes.
Buenas noches con todas, todos y todes.
Han pasado 103 años desde que Matilde Hidalgo obtuvo una licenciatura en Ecuador, convirtiéndose en la primera mujer en ser una profesional académica en el país, en 1919. No es casualidad que esa misma mujer haya sido, cinco años después, la primera en ejercer formalmente el derecho al voto en el país y en América Latina.
Matilde Hidalgo era plenamente consciente de que la educación es un acto de resistencia y un acto político. Político no en el sentido partidista, sino porque la educación es una herramienta para impulsar el pensamiento, para enfrentar a quienes se resisten al cambio, para transformar las vidas de las personas y las sociedades, y para sostener las democracias.
Pero para eso también es fundamental que exista una igualdad de acceso a la academia, no solo para mujeres, sino también para las minorías. Si no hubiera sido por Matilde Hidalgo, la mitad de las personas que nos encontramos en esta sala no estaríamos aquí.
Y sin ella no hubiera sido posible que más mujeres estemos tratando de cambiar nuestra sociedad a través del trabajo y el conocimiento que producimos desde la academia.
En las aulas de la maestría de Periodismo con mención en Periodismo Digital y Gestión de Proyectos Multimedia terminó de consolidarse —como un proyecto de tesis— INDÓMITA, el medio digital con enfoque de género que creamos junto a mi compañera, colega y amiga Jéssica Zambrano.
En 2021, cuando lanzamos nuestro sitio web, contamos el rostro no conocido de las islas Galápagos, donde las mujeres enfrentan cifras alarmantes de violencia de género. En este año que lleva funcionando INDÓMITA, también realizamos el primer fact-checking en vivo, hecho en Ecuador que se centró en una temática de derechos sexuales y reproductivos durante el debate en la Asamblea Nacional de la ley de Aborto por Violación, al que se aliaron más de ocho medios locales.
Contamos, además, algunas historias de la crisis carcelaria que atraviesa el país desde el enfoque de género —una mirada que está faltando en la cobertura mediática— como cuando publicamos sobre el asesinato de Helen Brigitte Maldonado, una mujer trans que murió porque se encontraba en el pabellón de varones, a pesar de que no debía estar ahí.
Este año también publicamos una extensa investigación periodística sobre los efectos de la vacuna contra el COVID-19 en los ciclos menstruales de las mujeres y personas menstruantes, por el que acabamos de obtener el premio Pfizer de Periodismo en ciencia y salud.
Con todos estos trabajos, no solo desafiamos las narrativas tradicionales sobre mujeres y diversidades, y empujamos a la agenda mediática a incluir estos temas en su cobertura, sino que, además, proporcionamos información capaz de transformar realidades.
Porque desde INDÓMITA —que dejó de ser hace meses un proyecto de tesis para evolucionar en un referente periodístico en temas de género en Ecuador— hemos tratado de ser fieles a esa naturaleza política del periodismo y de la educación, que fue la que nos permitió consolidar una idea en realidad. Una idea que llevaba en mi cabeza desde el 2019, pero que gracias a las herramientas que obtuvimos durante nuestra formación en la Universidad Casa Grande pudo hacerse realidad. Una idea que buscaba una sociedad en la que todas y todos podamos vivir en mejores condiciones. Y aquí me quiero detener para pensar, por un momento, en el papel que cumple la comunicación, educación, psicología y las humanidades, en general, en la construcción de un mundo más justo.
Todas las luchas, todas las conquistas, tienen que ocurrir en dos planos: el físico y el simbólico. Y todos los que estamos aquí intervenimos de una u otra forma en ambos. Nuestro papel es esencial, porque somos guías desde cualquiera de nuestras ramas: la comunicación, la educación, la psicología.
Nuestra posición es una de influencia; nuestras palabras y nuestras ideas se amplifican, se comentan, se rebaten, pero, en especial, son el terreno sobre el que ocurren las discusiones públicas, sobre el que se toman las decisiones políticas. Por eso tenemos una responsabilidad que no debemos olvidar jamás, por más difícil que sea mantenerla: nuestros trabajos son como la tierra sobre la que florece nuestra sociedad.
Hoy, cuando el mundo evoluciona y se conecta más rápido que nunca, cada vez el tiempo se hace más corto para arreglar las cosas, para cambiarlas. Para disminuir la pobreza, para reducir las brechas sociales, para erradicar la violencia basada en género, para acabar con el racismo, la delincuencia, la xenofobia, para atender la migración.
Espero que con esa visión salgamos de aquí todos —pero, sobre todo, todas— quienes nos graduamos hoy. Y que nunca perdamos las ganas de cambiar el mundo.
Gracias.