Entrevista por Marcelo López
El tráfico de órganos infantiles en América Latina es la temática que ahonda la obra teatral La canción de la liebre, en la que participa Itzel Cuevas, actriz mexicana que reside en Ecuador desde el 2006 y quien es docente de la carrera de Artes Escénicas en la Universidad Casa Grande.
Esta pieza artística, creada originalmente por Arístides Vargas, se presentó en el Estudio Paulsen durante octubre de 2021. Mediante una entrevista en línea, Itzel compartió lo que significó para ella involucrarse en un proyecto que muestra una realidad tan cruda como esta.
Dos términos: “cazar” y “presas menores”; así explicó Itzel el origen del título. La actriz reveló que existe un lenguaje o código secreto para transmitir un mensaje específico en estas organizaciones de tráfico de personas. La palabra “cazar” se refiere a raptar y consumir; mientras que “liebre”, a un ser indefenso e infantil (la víctima).
En ese sentido, aunque confiesa que no existe explicación oficial sobre el título, comentó que en el guion pueden encontrarse unas coplas que hablan sobre esas “liebres” que nacen bajos los puentes y viven en el espacio urbano. “Todo es una analogía con los pobres, las mujeres y los niños que viven en la calle”, resumió.
El tráfico de órganos, según ella, es un tema sobre el que no se habla. “No sé si hablarlo en una obra de teatro cambie algo, pero cuando menos se pone allí para que la gente lo escuche”, opinó. Así recordó que la primera vez que escuchó sobre La canción de la liebre fue cuando el mismo Arístides compartió un extracto del texto —que originalmente fue escrito en 1985— durante un proyecto en Madrid en el que él, Itzel y otros actores se encontraban participando.
“La obra es crudamente hermosa, con una poética que transmite cosas espantosas”.
La actriz comentó que el texto es una combinación de poesía y realismo oscuro, pues entre los diálogos se transmiten los testimonios de un doctor y su enfermero mientras extraen los órganos de infantes. Del mismo modo, siguiendo las directrices de la pieza original de Arístides Vargas, Itzel explicó que el ritmo de la obra evoluciona al son de las propias acciones del elenco, pues ellos son responsables de la música y los cambios tanto de luces como de escenarios.
En cuanto a la escenografía, contó que la visión del director de la obra, Sebastián Sánchez Amunátegui, fue crear un ambiente minimalista y frío, para que estuviese relacionado con la temática y que la audiencia experimente realmente lo que está sucediendo.
Por otro lado, al preguntarle sobre la construcción de su personaje —enfermero (asistente del doctor)— Itzel comentó que fue difícil ponerse en la piel de este, porque la mejor manera de hacerlo es experimentar lo que vive (la temática); pero en este caso aclaró que sería incapaz de ser parte de eso. Asimismo, reveló que su personaje logra, con el tiempo, sentir culpa de lo que hace y cambia de bando.
Por otro lado, ella relató que el doctor —interpretado por Alejandro Fajardo— es frío y “profesional”, a pesar de la oscura y cruda labor que realiza. Itzel comentó que en la vida real es normal que las personas dedicadas al tráfico de órganos poco a poco se olviden por completo de su identidad y vayan perdiendo su lado emocional, que entierren sus sentimientos. Cabe mencionar que en La canción de la liebre también participan como parte del elenco Pamela Sambrano/Michelle Zamudio (esposa del doctor) y Alisson Mieles (liebre).
“El público se va a encontrar con la podredumbre humana que todos tenemos dentro” (Sebastián Sánchez Amunátegui, diario El Universo).
La obra es profunda y muestra la cara oscura de la humanidad, dijo Itzel, quien confesó que se siente indignada de que en la actualidad todavía existan organizaciones que trafican órganos de infantes y que el gobierno sea silenciado con el dinero de esas agrupaciones, logrando que la jerarquía de poder se vea alterada.
Es justamente esa realidad social lo que se muestra en la obra de una manera explícita, demostrando cómo la sociedad capitalista ha normalizado este tema tan cruel. Finalmente, Itzel comentó que la humanidad es una plaga que se va a extinguir por la pérdida de conciencia sobre el planeta, así como también debido a que los medios de comunicación han normalizado el ignorar estas realidades crudas.