Lo injusto de los finales.

octubre 4, 2022
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Por Ismael Salazar C*.

En una misma semana, dos personas allegadas a mí fallecieron a muy temprana edad por distintas causas. A partir de entonces, experimenté un tornado de emociones que finalmente me saturaron; y como siempre que lo necesito: escribí para sacarme aquello de encima.

Este poema es un homenaje a esos seres queridos y a quienes dejaron este mundo demasiado pronto, y un recordatorio de que quiero aprovechar el seguir vivo.

Vivimos obsesionados con los finales:

con llegar, con ser, con lograr.

¿Y qué de los que no llegaron,

los que nunca pudieron ser,

los que no lo lograron?

¿Y qué si no fue su culpa?

¿Y qué si dejaron lágrimas sin precedentes?

¿Y qué si su final, simplemente, no fue el justo?

Es que es difícil entender los finales.

No saber cuándo escucharás el último te quiero,

qué día tendrás el último café esperándote en la mesa,

quién será tu último beso, tu último abrazo, tu último baile;

cuándo se va a cristalizar el último sueño que serás capaz de cumplir;

y quiénes serán los que secarán las últimas lágrimas

que derrames en tu vida;

qué lugar será el último que te hará feliz,

el último en el que te sentirás enamorado de estar vivo.

Que sí, que este puede ser el último poema que yo escriba,

o el último que tú leas.

Que sí, que llegará ese día en el que veas los ojos de quién amas por última vez;

que la bendición de tu madre será la despedida final;

y que se quedará en lista de reproducción una canción que

nunca llegarás a escuchar.

Llegará, aunque este sea el único final

por el que evitamos obsesionarnos, llegará.

Y puede ser demasiado pronto, demasiado injusto, demasiado doloroso.

Y puede romper con la lógica del tiempo que nos dice

que ni a los veinte ni a los treinta se está cerca del final,

pero que a los ochenta el adiós ya es inminente.

Y es que, cuán difícil es aceptar que las reglas no las ponemos nosotros,

que existirá el momento en el que

“un día más, una vez más”,

así, en un instante, ya no será posible.

No pretendo ponerle un final feliz al final más trágico posible,

un día:

dejas

de

existir.

Y quizás ahí, dejando tu mundo disperso

y con tormentas de pena revoloteando el recuerdo de tu nombre,

ahí, sabrás que los finales causan enojo y nadie los culpa.

¿Por qué?, ¿por qué tú?, ¿por qué a nosotros?, ¿por qué ahora?

¿Por qué… tan pronto?

* Estudiante de tercer año de la Carrera de Gestión y Negocios Internacionales de la Facultad de Administración y Ciencias Políticas de la Universidad Casa Grande (UCG). Creador de contenido literario en Instagram.

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