86 días de aislamiento en un hotel: origen de una exhibición artística.

noviembre 9, 2022
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Entrevista por María Cristina Andrade

El encierro por la pandemia significó para ciertas personas una afectación a su salud mental, sin embargo, aquel periodo se convirtió en un despertar artístico para Roberto Manrique, graduado de la Universidad Casa Grande, cuyo aislamiento lo llevó a crear 74 piezas de arte que fueron en el 2021 presentadas en una exhibición.

Roberto Manrique, actor y productor de teatro, cine y televisión, se describió como un nómada en la época que empezó la cuarentena, pues había dejado su departamento en Bogotá e iba a mudarse a México; y venía de un viaje —al estilo mochilero— de un mes por la India, seguido de otro mes por Ecuador, Chile y Perú. 

Sin ya una casa en un país específico, y cuando se estaban cerrando las fronteras, Roberto tomó la rápida decisión de regresar a Ecuador a pasar la cuarentena cerca de su familia en el cuarto de un hotel del Puerto Santa Ana. En medio de la incertidumbre sobre el manejo de esta nueva enfermedad llamada COVID-19, se alargaron los días en ese espacio hasta convertirse en 86.

Estar en un cuarto de hotel a solas no fue un “sufrimiento” —dijo—: “Era lo que necesitaba, un tiempo para integrar todas estas experiencias”, refiriéndose a aquellos viajes de transformación —como él describió— que había realizado justo antes del aislamiento. Y en medio de esa cuarentena, la chispa del diseño gráfico, carrera que estudió en la Universidad Casa Grande cuando aún se llamaba Escuela de Comunicación Mónica Herrera, se encendió.

Tras la sugerencia de una amiga, descubrió el zen art, una técnica japonesa de “formas repetitivas con color negro” explicó—. “Decido agarrar el color negro y explorar, y me fui de largo”. El resultado fueron 74 lienzos hechos con marcador. 

En septiembre de 2021, a través de una exhibición que se tituló “Todo está conectado”, compartió sus creaciones durante cuatro días en el Teatro Sánchez Aguilar. La muestra según élse dividió en ocho subgrupos de cuadros que transmitían una intención como la fluidez, el equilibrio, la identidad, el juego o la energía. Además, respondían a aspectos manejados en la cuarentena, por ejemplo, “el equilibro que se puso a prueba en nuestro interior; o cómo nuestras identidades se vieron cuestionadas y replanteadas sobre quiénes éramos en nuestras vidas cotidianas versus quiénes éramos cuando nos decían “quédate en casa” y debíamos enfrentarnos a un espacio reducido, a unas relaciones reducidas, a unas dinámicas reducidas”, dijo.

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