Teletrabajo en la pandemia: mi experiencia desde el área de talento humano

abril 17, 2021
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Por Katherine Alba Yépez Pacheco*

La pandemia nos cambió la vida en muchos sentidos, estoy segura que muchos de nosotros aprendimos un montón a partir de esta vivencia.

Era miércoles 11 de marzo de 2020 cuando, por parte del Ministerio de Salud Pública, se declaró el estado de emergencia en todo el país, a partir del acuerdo ministerial No. 001126-2020. A las 11:30 a. m. hubo una cadena nacional mediante la cual se formalizó la noticia. Fue una mañana llena de actividades y casi no hubo tiempo para discernir esta información que nos inquietaba a todos en la oficina.

Por la tarde de ese mismo día, luego de que mis compañeros, mi jefa, la gerencia y yo nos reunimos para celebrar con una tortita mi cumpleaños, el gerente general nos preguntó a todos: “¿Se imaginan que no podamos salir y nos toque trabajar desde casa?, ¿cómo nos preparamos para esa situación?”.

La gerente administrativa (mi jefa) y yo nos habíamos adelantado un poquito a ese posible escenario antes de dicho festejo, pues ya habíamos revisado e identificado en algunos descriptores de cargos las funciones que se podían realizar remotamente desde la casa; ahí fue cuando empezamos a planificar cómo mantendríamos nuestras actividades estando desde el hogar. Afortunadamente, la gran mayoría de nosotros tenemos a disposición computadoras de escritorio o portátiles, así que aprovechamos esa pequeña reunión para conversar con todos en la oficina y prepararnos para lo que se venía.

En mi opinión, fue bastante curioso que al día siguiente se emitiera otro acuerdo ministerial del Ministerio de Gobierno, en el cual se disponían las medidas de prevención para evitar la propagación del coronavirus y se indicaba una movilización restringida, excepto para quienes aplicaban a un salvoconducto que circulaba en la web y que después se convirtió en un formulario digital.

Días antes al martes 17 de marzo de 2020 que se declaró la cuarentena, el ritmo de trabajo en la oficina ya era bastante acelerado, y aún lo fue hasta el miércoles 18, pues todavía estábamos definiendo ciertos temas y coordinando la logística, para proveer a los colaboradores que no disponían de computadoras o algún otro equipo que sirviera de herramienta para desempeñar sus labores, incluso, la impresora de facturas tuvo que ser trasladada. Alcanzamos a instalar en todas las computadoras una aplicación que permitía conectarnos remotamente a nuestros equipos encendidos en la oficina, para así trabajar con la información y documentos del servidor.

En aquellos primeros días de cuarentena, la carga laboral fue bastante pesada. Estábamos definiendo con la gerencia los correos de comunicación interna, con el fin de informar las instrucciones para desenvolvernos en la nueva modalidad de trabajo y cómo rellenar el registro y reportes de las actividades realizadas. Incluso, mucho después de eso también se definió una reducción en la jornada laboral para la gran mayoría de los colaboradores, sin afectar el sueldo. Afortunadamente, la empresa había generado buenas ganancias antes de la pandemia y con eso se logró costear el pago a proveedores, de sueldos y los servicios básicos, porque, si bien no nos encontrábamos presencialmente en las oficinas, las computadoras estaban muchísimo tiempo encendidas.

Debido a que la empresa pertenece al sector de las telecomunicaciones, las operaciones no podían detenerse. Para el personal técnico, esto significó continuar trabajando en las instalaciones. Fue bastante complejo para mí no poder darles la tranquilidad de laborar sintiéndose seguros, aunque creo que ni con los mejores equipos de protección se hubiesen podido reducir la tensión y presión que ellos atravesaron entre marzo y junio de 2020.

Muchas de las instalaciones de equipos se dieron fuera de la ciudad, ¿se imaginan lo difícil que era coordinar todos los detalles y requerimientos para que el personal técnico pudiera realizar su trabajo? Era toda una logística, desde alquilar un vehículo con la placa que podía circular, emitir salvoconductos, reservar hospedaje (muchos hoteles dejaron de atender) y lo más difícil para mí, conseguir todos los equipos de protección personal como mascarillas, trajes antifluidos, protectores faciales y guantes; eran muy difíciles de adquirir y solían costar hasta cuatro o cinco veces más que su precio de venta al público.

Por otro lado, el trabajo en casa afectó bastante mi postura, me di cuenta que trabajaba sin consideraciones ergonómicas, estaba lastimando mi área lumbar. Muchas personas a las que les tocó hacer teletrabajo no tenían el espacio ‘ideal’ para ejercer sus funciones. Creo que muchos nos sentamos a trabajar en donde creíamos que estaríamos más cómodos o concentrados, y, para empeorar la situación, las noticias en las redes sociales no animaban a nadie, solo generaban más estrés y angustia.

De toda esta experiencia, aprendí no solo sobre protocolos de bioseguridad sino también la importancia de delimitar el tiempo para el trabajo y la familia, así como para estudiar y descansar. Asimismo, a tratar siempre de ver con optimismo las situaciones que parecen ser imposibles de superar y darse el tiempo para reflexionar sobre cómo era nuestra vida antes y cómo nos hemos adaptado al ahora.

* Estudiante de tercer año de la carrera Gestión de Talento Humano de la Facultad de Administración y Ciencias Políticas de la Universidad Casa Grande. Asistente de Desarrollo Humano en Comsatel S. A.

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